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Matrimonios

7 poemas de Gabriela Mistral para recitar en el matrimonio

Los poemas de Gabriela Mistral siguen más vigentes que nunca. Si buscan inspiración para su matrimonio, revisen los siguientes poemas de la Premio Nobel de Literatura.

detalle de pareja de novios

Poeta, diplomática y pedagoga. Lucila Godoy Alcayaga, más conocida como Gabriela Mistral, fue la primera mujer iberoamericana y la segunda persona de Latinoamérica en ganar un Premio Nobel de Literatura. Lo recibió en 1945, veintiséis años antes de Pablo Neruda.

¿Cuál es el mejor poema de Gabriela Mistral? Esa respuesta queda para cada lector, pero si bien, su obra se asocia mayormente a la maternidad y el desamor, lo cierto es que también hay muchos poemas sobre la vida y el amor en su trayectoria.

Si son amantes de este género, pueden incluir algunos versos de la poesía de Gabriel en sus votos nupciales, en el discurso de recién casados, en sus tarjetas de agradecimiento o, simplemente, dedicarse un poema de amor de Gabriela Mistral en un día especial.

Para los votos nupciales

novia leyendo los votos al novio

Dame la mano

Este poema famoso expresa un profundo amor que es correspondido y que se proyecta en el tiempo, de manera incondicional. Pueden tomar algunos versos de este poema de Gabriela Mistral para incorporar entre sus votos matrimoniales.

Dame la mano y danzaremos;

dame la mano y me amarás.

Como una sola flor seremos,

como una flor, y nada más...

 

El mismo verso cantaremos,

al mismo paso bailarás.

Como una espiga ondularemos,

como una espiga, y nada más.

 

Te llamas Rosa y yo Esperanza;

pero tu nombre olvidarás,

porque seremos una danza

en la colina y nada más...

Escóndeme

Este poema de Gabriela Mistral es más largo, aunque estos versos quizás sean los más adecuados para pronunciar en los votos. “Escóndeme” está dedicado al gran amor de la vida y manifiesta el deseo de estar con esa persona para siempre.

¡Bébeme! ¡Hazme una gota de tu sangre, y

subiré a tu mejilla, y estaré en ella

como la pinta vivísima en la hoja de la

vid. Vuélveme tu suspiro, y subiré

y bajaré de tu pecho, me enredaré

en tu corazón, saldré al aire para volver

a entrar. Y estaré en este juego

toda la vida.

Yo no tengo soledad

Esta obra de Gabriela Mistral es otra buena opción para incluir en sus votos nupciales. Y es que no importa lo que acontezca alrededor (en su caso, el contexto era la postguerra), no habrá soledad mientras se cuente con esa persona especial. Es lo que busca transmitir Gabriela Mistral en este poema del alma y amor universal.

Es la noche desamparo

de las sierras hasta el mar.

Pero yo, la que te mece,

¡yo no tengo soledad!

 

Es el cielo desamparo

si la Luna cae al mar.

Pero yo, la que te estrecha,

¡yo no tengo soledad!

 

Es el mundo desamparo

y la carne triste va.

Pero yo, la que te oprime,

¡yo no tengo soledad!

Para el discurso  

pareja de novios haciendo un brindis

De las cartas a Doris Dana

Gabriela Mistral mantuvo una íntima relación con su albacea, la estadounidense, Doris Dana, con la cual intercambió miles de cartas entre 1948 y 1957. Una correspondencia cargada de emotividad y pasión que podrán tomar a la hora de escribir su discurso de recién casados.

 -Tú no me conoces todavía bien, mi amor. Tú ignoras la profundidad de mi vínculo contigo. Dame tiempo, dámelo, para hacerte un poco feliz. Tenme paciencia, espera a ver y a oír lo que tú eres para mí. 

 -Tal vez fue una locura muy grande entrar en esta pasión. Cuando examino los primeros hechos, yo sé que la culpa fue enteramente mía.

 -Tengo para ti en mí muchas cosas subterráneas que tú no ves aún (…) Lo subterráneo es lo que no digo. Pero te lo doy cuando te miro y te toco sin mirarte.

Solo quisiera

En este poema de Gabriela Mistral, la Premio Nobel habla del amor más profundo y de la necesidad de ser parte de esa otra persona. No las 24 horas, como se lee en un verso, pero sí a un nivel integral. 

Solo quisiera ser uno de los motivos de tu sonrisa, quizá un pequeño pensamiento de tu mente durante la mañana o quizá un lindo recuerdo antes de dormir… Solo quisiera ser alguien que quisieras tener a tu lado, quizá no durante todo el día, pero de una u otra forma, vivir en ti.

Poemas para dedicar

pareja de novios leyendo dos libretas

Amor, amor

La poetisa expone el amor en estos versos como un destino ineludible. El amor simplemente se impone y no hay cómo cerrarle la puerta a este sentimiento que todo lo transforma.

Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,

late vivo en el sol y se prende al pinar.

No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:

¡lo tendrás que escuchar!

 

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,

ruegos tímidos, imperativos de amar.

No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:

¡lo tendrás que hospedar!

 

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.

Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.

No te vale decirle que albergarlo rehúsas:

¡lo tendrás que hospedar!

 

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,

argumentos de sabio, pero en voz de mujer.

Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:

¡le tendrás que creer!

 

Te echa venda de lino; tú la venda toleras;

te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.

Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras

¡que eso para en morir!

Yo canto lo que tú amabas

En este poema Gabriela Mistral recurre a la voz como imagen de un itinerario de pistas que el ser amado debe seguir para encontrarla. Muestra un camino seguro para el reencuentro.

Yo canto lo que tú amabas, vida mía,

por si te acercas y escuchas, vida mía,

por si te acuerdas del mundo que viviste,

al atardecer yo canto, sombra mía.

 

Yo no quiero enmudecer, vida mía.

¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?

¿Cuál señal, cuál me declara, vida mía?

 

Soy la misma que fue tuya, vida mía.

Ni lenta ni trascordada ni perdida.

Acude al anochecer, vida mía;

ven recordando un canto, vida mía,

si la canción reconoces de aprendida

y si mi nombre recuerdas todavía.

 

Te espero sin plazo ni tiempo.

No temas noche, neblina ni aguacero.

Acude con sendero o sin sendero.

Llámame a donde tú eres, alma mía,

y marcha recto hacia mí, compañero.

Besos

Besos, de Gabriela Mistral, además de ser uno de sus poemas famosos, presenta los besos en sus diversas versiones, tales como los besos de la sensualidad, del afecto, de la verdad o del agradecimiento. Un recorrido que culmina en los besos únicos, aquellos creados para el ser amado. Por lo que si se preguntan ¿cuál es el poema de amor más hermoso del mundo?, esta poesía de Gabriela Mistral podría ser una de las elegidas, ¿no lo creen?

Hay besos que pronuncian por sí solos

la sentencia de amor condenatoria,

hay besos que se dan con la mirada

hay besos que se dan con la memoria.

 

Hay besos silenciosos, besos nobles

hay besos enigmáticos, sinceros

hay besos que se dan solo las almas

hay besos por prohibidos, verdaderos.

 

Hay besos que calcinan y que hieren,

hay besos que arrebatan los sentidos,

hay besos misteriosos que han dejado

mil sueños errantes y perdidos.

 

Hay besos problemáticos que encierran

una clave que nadie ha descifrado,

hay besos que engendran la tragedia

cuantas rosas en broche han deshojado.

 

Hay besos perfumados, besos tibios

que palpitan en íntimos anhelos,

hay besos que en los labios dejan huellas

como un campo de sol entre dos hielos.

 

Hay besos que parecen azucenas

por sublimes, ingenuos y por puros,

hay besos traicioneros y cobardes,

hay besos maldecidos y perjuros.

 

Judas besa a Jesús y deja impresa

en su rostro de Dios, la felonía,

mientras la Magdalena con sus besos

fortifica piadosa su agonía.

 

Desde entonces en los besos palpita

el amor, la traición y los dolores,

en las bodas humanas se parecen

a la brisa que juega con las flores.

 

Hay besos que producen desvaríos

de amorosa pasión ardiente y loca,

tú los conoces bien son besos míos

inventados por mí, para tu boca.

 

Besos de llama que en rastro impreso

llevan los surcos de un amor vedado,

besos de tempestad, salvajes besos

que solo nuestros labios han probado.

 

¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;

cubrió tu faz de cárdenos sonrojos

y en los espasmos de emoción terrible,

llenáronse de lágrimas tus ojos.

 

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso

te vi celoso imaginando agravios,

te suspendí en mis brazos… vibró un beso,

y qué viste después…? Sangre en mis labios.

 

Yo te enseñe a besar: los besos fríos

son de impasible corazón de roca,

yo te enseñé a besar con besos míos

inventados por mí, para tu boca. 

Seguro que la poesía de Gabriela Mistral les ha robado más de un suspiro. Y es que no por nada su obra ha transcendido a nivel planetario, dejando una marca indeleble en la cultura de Latinoamérica.

Galardonada con el Premio Nobel en 1945 y con el Premio Nacional de Literatura en 1951, su vida, pensamiento, obra y amores siguen siendo objeto de estudio en la actualidad.

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