El matrimonio de Gabriel y María Ignacia en Los Ángeles, Bío-Bío

Se abrieron las puertas y comencé a caminar tiritando obviamente, jaja, mi papá me tomó la mano y me dijo "¿Viste que no es tan terrible?" jajaja, me calmó mucho.

Vi a Gabriel en el altar con una sonrisa maravillosa, todos los ojos puestos en mí y en él, no podía de la emoción (Hasta se me acalambró un músculo de la cara tanto sonreír jajaja) Llegué al altar y todo fue mágico, las palabras de mi papá hacia nosotros, las miradas, el ambiente, la felicidad irradiaba la iglesia, fuimos muy felices.

Cuando salimos de la iglesia, mis amigas y familiares estaban atentos a lanzar las rosas (blancas, rosadas y rojas) como siempre soñé, excepto por la lluvia que justo cayó en ese momento, pero a nadie le importó, para nosotros fue algo maravilloso.

Las fotografías, la sesión bajo la lluvia y el apañe de los camarógrafos fue bacán, mi vestido mojado y con tierra, mis pies mojados, los zapatos para qué decir, ¿pero saben? ¡Todo vale la pena! Es una historia de amor bajo la lluvia, es el día más feliz del mundo y nada lo podía opacar.

La cena, otro nivel, imagínense que corrí con tacos en nuestra entrada y lo recuerdo como si hubiese sido ayer, la comida de la banquetera fue alabada hasta el día de hoy (un mes después) .

La fiesta después fue una verdadera crónica para recordar, es super importante elegir bien al animador y al DJ, ya que ellos animan toda la fiesta (sin mencionar que nosotros no salimos de la pista de baile). ¡Fue increíble! Estuvimos hasta las 5 A. M. y nadie se quería ir.

¡Todos los invitados estuvieron dándolo todo con nosotros y se agradece enormemente, fue el mejor día de mi vida y sin duda volvería a repetirlo y no cambiaría nada!