El matrimonio de Felipe y Camila en Rengo, Cachapoal

La crónica de nuestro matrimonio

Nuestro matrimonio fue mágico... de ensueño. Comenzamos ese día emocionados con las expectativas de lo que se venía.

Si bien, vivimos juntos, decidimos arreglarnos separados para sorprendernos y también para extrañarnos. Peinado, maquillaje, vestimenta, todo estaba listo, pero... ¡no habíamos escrito los votos! No es que no tengamos nada que decirnos o que nos sobren las palabras o que nunca nos hayamos escrito nada, pero habíamos dejado pasar el tiempo, así que minutos antes de partir nos pusimos manos a la obra con algo nacido desde lo más profundo y sin mayores ediciones, por lo que fue espontáneo y auténtico.

La ceremonia fue hermosa, distinta, simbólica al estilo Wicca; nos reímos y emocionamos. La comida estuvo deliciosa, el baile más que entretenido. Debemos reconocer que no nos sentamos en toda la noche... llevamos zapatillas para cambiarnos y estar cómodos, pero estábamos tan relajados que ni fue necesario.

Deleitamos (o al menos eso queremos creer) a nuestros invitados con una canción interpretada por nosotros; practicamos a full semanas antes para que nos saliera bonito. Y nuestro vals también fue especial, sacada la canción de una película, buscamos algunas ideas de coreografías y las adaptamos a nuestro ritmo. El proceso de selección, práctica e interpretación de estas dos actividades fue algo que disfrutamos muchísimo, independiente de cómo haya salido el resultado.