El matrimonio de Patricio y Fernanda en La Florida, Santiago
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14 Feb, 2017La crónica de nuestro matrimonio
Nuestro matrimonio fue una escapada romántica...
Mi sueño era visitar Italia y cuando tuve la oportunidad de viajar, pensé por que no casarme con el amor de mi vida en aquella tierra prometedora con paisajes fuera de este mundo?
Llegamos a Roma al consulado de Chile y pedimos el certificado que necesitábamos para casarnos en Italia, llamado Nulla osta. Con eso y nuestras ganas de realizar aquellos sueños, encontramos a dos horas y media de Roma, a Perugia, la más bella ciudad antigua de Italia, conocida por sus chocolates, sus escaleras mecánicas y el Mini metro.
Al llegar a la puerta de nuestro hotel nos invadió un exquisito aroma a masas, nuestras narices nos llevaron a un pequeño local de comida italiana, donde conocimos a un Albanes que hablaba inglés e italiano. Entoni, quien delito nuestro paladar con unas exquisitas foccacias hechas por él y quien al saber nuestros planes, no hizo más que darnos el auguri e indicarnos qué hacer para ir a la municipalidad a pedir hora para nuestro gran día.
Seguir leyendo »Entrando al Hotel conocimos a una muy simpática y amorosa abuela, Doña Anna, quien era la dueña de donde nos alojaríamos. Y quien amablemente nos regaló una noche en su hotel al saber que nos íbamos a casar en su tan querida ciudad.
Teniendo la hora tomada y nuestros amigos como testigos, el día previo al evento, no hicimos más que ir a ver un ramo de flores e ir a comprar un pañuelo para el traje del novio.
Hasta el gran día aun no sabíamos bien donde sería la ceremonia, nos levantamos temprano, tomamos desayuno con el estómago apretado y más que ansiosos.
Yo como la novia me empecé a arreglar solita y envié a mi novio a recoger el ramo de flores para que no me viese el vestido. Aquel vestido blanco romántico, proveniente de patronato que a mí me funcionaba súper bien. Sin embargo, el novio llegó antes de tiempo y dado que no había nadie más que nos acompañara en esta locura, ambos participamos de los arreglos previos del novio y la novia.
Mi peinado y subir el cierre del vestido fue arreglado por el novio y su corbata hecha por mis manos. Así a las 11:30 ambos estábamos listos y arreglados para nuestro gran día.
Caminamos por las bellas calles de Perugia, llenas de adoquines, tiendas de ropa, pequeñas panaderías y carnicerías antiguas. En donde la gente al vernos vestidos para nuestro matrimonio nos gritaba Auguri! en señal de buenos augurios.
Llegamos a la municipalidad de Perugia, donde si uno lo ve de lejos se da cuenta que es un castillo antiguo con un campanario. Nos llevaron a la sala de la Vaccara donde se celebraría nuestro matrimonio y la verdad que sin saberlo era una sala bellísima con fresco antiguo en la pared justo detrás de un mesón grande de madera antiguo y unas sillas que para mí eran como verdaderos tronos.
Llegaron nuestros testigos, el testigo de la novia, aquel cocinero que nos había indicado días antes los pasos a seguir y el testigo del novio, el hijo que amablemente prestó la traductora para que pudiéramos casarnos.
Detrás en las sillas del público estaba la señora Anna quien nos acompañó en representación de nuestro padres y familiares quienes por obvias razones no se encontraban físicamente pero si en nuestro corazones.
La celebración civil comenzó a la hora estipulada, 12 en punto del día con las campanadas de doce y nuestro corazones a full. No duró más de 20 minutos, pero para nosotros fue lo más bello del mundo.
Decir acepto amarte por siempre en aquellas tierras lejanas, frente a personas desconocidas pero que en ese momento fueron nuestra familia, el día en que el amor estaba en el aire, la cuidad de los besos fue nuestro cobijo.
No tuvimos almuerzo de matrimonio, no tuvimos fiesta, no celebramos con la familia. Pero pese a todo eso, este 14 de febrero fue el día más importante de nuestras vidas.
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