El matrimonio de Martín y Macarena en Florida, Concepción

Mientras tanto, llega mi novio a la casa y al ver que me estaban maquillando, el cierra sus ojos para saludarme ya que no quería verme para sorprenderse en la ceremonia, ¡es un tierno! Llegó el chef para comenzar con los asados y la banquetera a montar el cóctel y buffet. Fue el momento en donde los nervios me comenzaron a invadir. Era tanto el calor y las ansias que mi amiga me dijo: “ya, Maca, tomate una chela para que se te pase”. Solo obedecí. Llegó el fotógrafo y comenzó con las fotos previas, me sentía un poco rara para las fotos, ¡era el centro de todo! Daniel, el fotógrafo me relajó y me dijo tranquila ya nada puede resultar mal. Mi novio se vistió, fotos de rigor para el igualmente, hasta que llegó la hora y tuvo que bajar a recibir a los invitados. Comenzó la espera para poder bajar. Llegó mi padre, me abrazo y beso, sentí que en él ahora me apoyaría, me dio unas palabras tan hermosas que me hizo llorar. ¡Nos tomamos unas fotos juntos y cuando nos disponíamos a bajar a la ceremonia nos dicen que no podemos! ¡El pastor no había llegado! Yo me enojé, no entendía como no había llegado él, ¡y cómo tampoco no habían llegado aún los padrinos de mi novio! Todo comenzaría a las 16:30, y finalmente tuvo que comenzar a las 17 horas con un calor inmenso.

Cuando llegué al lugar de la ceremonia, solo podía mirar a mi novio que se veía tan hermoso. Solo quería llegar donde él y poder sentirme segura y no cohibida con las miradas de los invitados. Mi padre me entregó a él y ahí comenzó nuestro tan anhelado y hermoso día. Oímos nerviosos las palabras del pastor, nos mirábamos de forma coqueta entre frases de fidelidad y amor eterno, nos colocamos nuestras argollas con manos tiritonas hasta que llegó el “puede besar a la novia” y él me tira para atrás, las risas solo nos pudieron dar tranquilidad y alegría. Todo resultó como quisimos, como habíamos soñado e inclusive mejor. Nuestros invitados sólo tuvieron palabras de alegría ante nuestra unión, a todos les encantó el lugar y la modalidad. Teníamos un cordero al palo que realmente se robó todos los aplausos. Nuestro gran día llegó y hoy somos marido y mujer. ¡Más enamorados que nunca y con ganas de casarnos de nuevo!