El matrimonio de Marcelo y Katherine en El Tabo, San Antonio

La crónica de nuestro matrimonio

El día tan anhelado y esperado por fin había llegado. Yo ya estaba instalada en la casa de unos amigos en Las Cruces, lista y dispuesta para el gran día.

Ese 16 de febrero desperté llena de emociones, pero por sobre todo, emocionada al saber que pronto sería oficialmente la esposa de mi amado Marcelo para comenzar una vida juntos. Desayunamos con mi mamá, y mientras esperaba que llegara la maquilladora a casa, apareció una de mis mejores amigas con un regalo de Marcelo: una tarjeta, una carta y un retrato mío realizado por un artista callejero de San Antonio. No pude evitar las lágrimas de felicidad y emoción, cada cosa que ocurría sólo seguía demostrando que él es el hombre de mi vida.

Durante la tarde fue maquillaje, peinado, sesión de fotos y muchos nervios. Ocurrieron algunos pequeños contratiempos, nada que no fuera solucionable ni que me quitara la felicidad de aquel día.

Pronto ya estaba en el auto camino a la iglesia radiante y ansiosa. La emoción me llenaba. Me bajé del auto conteniendo mis lágrimas y así mismo entré a la iglesia. En ese momento sólo lo vi a él. No vi nada más que él. Caminé tomada del brazo de mi mamá y papá hasta alcanzar su mano. Ahí estábamos los dos, emocionados a más no poder realizando un pacto de amor y fidelidad. La ceremonia fue preciosa, con los votos y promesas más lindos que había escuchado, el beso, la salida de la iglesia, los pétalos para luego arrancarse a la sesión de fotos (literalmente nos arrancamos, ya que la recepción y fiesta sería en Pelancura, casi llegando a San Antonio, y en el verano los tacos en el litoral son de horas)