El matrimonio de Judith Quiroz Valladares y Cristian Gonzalez Molina en Quilpué, Valparaíso
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J&C
09 Abr, 2016La crónica de nuestro matrimonio
Hola, bueno les cuento nuestra historia de aquél día tan esperado y de muchas travesías.
Nuestro matrimonio religioso comenzaba el día sábado 9 de Abril a las 6 de la tarde. El lugar de donde partiría la novia quedaba a menos de 20 minutos del lugar de evento. Comenzamos muy temprano en la mañana trasladando algunas cosas que nos quedaron del día anterior y avanzar lo que faltaba junto a nuestros amigos y familiares que nos quisieron ayudar.
El lugar era hermoso y no necesitaba tanta decoración en sí, además que nos quisieron apoyar los mismos dueños y quedó más hermoso de lo que esperábamos. La idea era que la novia saliera del lugar a las 2 o 3 de la tarde para que fuera a la casa a cambiarse y estar tranquila. Pero nos sucedieron algunos percances. La mañana de ese día, pedimos a mi suegro que nos llevaran los trajes al lugar (ya que nos fuimos en autos diferentes de nuestros amigos) y como no nos cabían en el auto, le pedimos a él, como tenía que pasar a dejar a mi suegra a la casa en donde me cambiaría (novia) entonces dejaría mis cosas allí mismo. La cosa es que los planes cambiaron y nunca supimos de ello.
Seguir leyendo »Al final mi suegro fue a buscar a nuestros amigos que harían la música en vivo y se fue directo al lugar del evento, mientras que mi suegra se fue en micro a la casa (por ende mi vestido y bolsos no los llevaban) cuando yo, la novia, salí del lugar para ir a cambiarme y llegué a la casa, estaban todas arreglándose y arreglando el auto con el que me llevarían al lugar. Le pido mis cosas a mi suegra, Y con cara de asombro me dice: "¿qué cosas?". Mi traje y mis bolsos le respondo ¡Están en el auto de tu suegro! Y yo y mi cara de espanto nos tuvimos que devolver al lugar mientras la hora pasaba y pasaba. Recojo mis cosas y volvemos. La cosa es que me demoré una hora y media en llegar al lugar e hice esperar al novio todo ese tiempo que no lo esperábamos realmente. Pero por tanta preocupación de otras cosas se nos fue a ambos el preguntar dónde estaban nuestras cosas. El novio se cambió en el mismo lugar.
Pero lo recordamos con mucha risa y quedará una anécdota para contarles a nuestros hijos más adelante. Disfrutamos nuestro matrimonio y gracias a todos los que nos apoyaron, tanto amigos como familiares que nos permitieron hacer de aquél día un día inolvidable. Gracias a Dios tuvimos un hermoso día. Y a pesar del estrés del momento y cansancio, podemos decir que valió la pena tanto esfuerzo. Es un día de muchas emociones juntas, pero cada una de ellas vale.
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