El matrimonio de Juan Eduardo y Maria José en San Javier, Linares

La crónica de nuestro matrimonio

Ese día tan especial quería que todo resultara perfecto, como todas las novias. Los nervios estaban a mil. Sucedieron muchas cosas, como por ejemplo que me caí y quedé con las rodillas heridas, menos mal que con el vestido largo no se notaba. También que antes de irme a la iglesia al chofer del auto encargado de llevarme hasta ella se le quedaron las llaves adentro, y así muchas otras, por lo que llegué una hora atrasada a la iglesia (el novio llamaba y llamaba).

Ese día y los anteriores trabajé mucho, por lo cual estaba muy cansada, pero al ponerme el vestido de novia se me fue todo el cansancio, incluso el dolor de las piernas heridas. Las emociones inundaban mi cuerpo, entre ellas tristeza, emoción, alegría, etc., luego de camino a la iglesia fue tan corto el trayecto como iba atrasada, que senti que cerré los ojos y los abrí y ya estaba ahí, todos mirándome y yo temblaba. Vi a mi esposo también nervioso que me miraba y sonreía. Fue maravilloso, una sensacion que jamás había sentido en mi vida. Ya sentados en el altar y cuando los nervios habían disminuido, cuando el Pastor dice que es hora de leer los votos, me acordé que con todo lo que tuve que hacer, ¡los olvidé completamente! Y el novio todo lindo saca una hojita de su bolsillo con los votos matrimoniales. Y yo, pues bueno, tuve que improvisar, aunque pensádolo bien es mejor así ya que todo lo que dije nació desde mi corazón.