El matrimonio de Gisselle y Marcelo en San Joaquín, Santiago
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G&M
09 Dic, 2017La crónica de nuestro matrimonio
El día partió agitado: en el centro de eventos en donde nos casamos (Centro de Eventos Gendarmería) la administradora no nos permitió dejar todo montado el día anterior, por lo que apenas pudimos comenzamos con los malabares que imagino propios de cualquier matrimonio. Mientras mi, en ese momento, novia se preparaba en casa, yo las hacía de coordinador entre doña Flor, la banquetera de Banquetería Belén, y la administradora del recinto, quien por alguna razón extraña no quería pasarnos mesones a pesar que estos iban incluidos dentro del presupuesto, independiente si los ocupábamos o preferíamos arrendar mesas redondas para aquel día. Se agradece mucho la paciencia de la Sra. Flor, quien al tener experiencia tratando con dicha señora, supo disuadirla para que nos diera acceso a los mesones. La mañana pasó rápido entre la instalación del sonido, buscar soluciones para colgar el telón donde proyectaríamos todo (el proveedor olvidó pasarnos el atril), decorando el lugar, recibiendo la torta de Alma (banquetera amiga a quien se la encargamos) y coordinando por teléfono con el mega equipo de amigos que asumieron tareas en este matrimonio que a ratos parecía irse de las manos. Llegada la hora de la ceremonia, luego de haber almorzado y dormido una pequeña siesta (lo justo para descansar pero no andar atontado), comencé a prepararme para el gran día. Hacía demasiado calor y necesitaba de alguna forma amortiguar el terciopelo que componía mi traje para no sudar mientras esperaba a mi futura esposa. Un buen dato es dejar caer agua fría sobre las muñecas durante un par de minutos: la presión disminuye y eso alivia un poco el calor.
Seguir leyendo »Mientras esperaba a los invitados, miraba lo hermosa que se veía la iglesia y ya podía descansar de todo el ajetreo del día, reflexionaba en algo trascendente: muchas veces nos afanamos por un menú inesperado y único, un Dj con el mejor set, un traje hecho a medida y con un diseño único o qué se yo. Pero lo importante no es eso, y de hecho ni siquiera será lo que recuerden los invitados, sino que serán los momentos claves: aquella colección de escenas, anécdotas, palabras dedicadas, las risas y los abrazos del día. Cuando logras centrarte en eso, todo lo banal desaparece y puedes disfrutar mucho más tranquilo de aquel día. Todo salió perfecto, y lo que falló se transformó en anécdotas que no pasaron a mayores ni lograron opacar la felicidad de ver a mi esposa entrar hacia la iglesia, controlar las lágrimas y darnos ese "sí" que tanto se hizo esperar.
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