El matrimonio de Daniel y Vicky en Estación Central , Santiago
Primavera Rojo 3 profesionales
D&V
25 Nov, 2017La crónica de nuestro matrimonio
Nuestra última noche de solteros la pasamos separados, él durmió en casa de sus papás y yo en mi casa con nuestra niña de 13 años. Creí que no dormiría mucho, pero fue solo cosa de poner la cabeza en la almohada y Morfeo hizo lo suyo.
Partamos de la base que fue una semana intensa y toda la preparación corrió por nuestra cuenta. El día de nuestro matrimonio me levanté a las 8:30 a ordenar, tenía que ir a buscar mi vestido a la casa de mi madrina que vive cruzando la calle y de paso entregarle la pizarrita para su bebé.
A las 14:00 horas llegó la niña del peinado, a esa hora estaba sola con mi hija, y yo aún no caía en la cuenta que había llegado nuestro gran día. En medio del peinado llegó mi prima, que me iba a ayudar a vestir, junto con ella llegó el fotógrafo, y empezaron a hacer su trabajo. Cuando terminaron de peinarme el fotógrafo pidió que me pusiera el vestido que ya estaba estiradito en mi cama, fuera de su funda, así que mi prima se puso manos a la obra, tomamos un par de fotos y se fueron a la iglesia.
Seguir leyendo »A las 16:00 en punto llego la niña del maquillaje, para no estropear el vestido me cubrió con una sábana y comenzó su trabajo, mientras mi padrino de boda hacia la cobertura fotográfica de esta parte de mi preparación.
Luego llegó mi hermano y mi sobrina, y sin darme cuenta mi papá ya estaba en casa listo para acompañarme en el día más importante de mi vida. Nos subimos al auto y comenzamos el viaje desde Ñuñoa a Estación Central, un viaje diferente, pues todos tocaban la bocina y nos saludaban, me sentía princesa contestando los saludos.
Al momento de llegar a la iglesia, estaban nuestros pajes esperando mi señal para entrar, fueron entrando uno a uno hasta que fue mi turno, nunca imaginé ver la iglesia tan llena. Mi novio se veía radiante en su soñado traje de Huaso, tenía una carita tan bella cuando me vio entrar, a esa altura yo seguía soñando, flotando en mi propia nube.
El diácono que nos casó dio tribuna para que nuestros invitados se acercaran a dedicarnos algunas palabras, ahí sentí un nudo enorme en la garganta. Vino luego la bendición de los anillos y los votos nupciales, culminamos con un abrazo tan fuerte como el que nos dimos la primera vez que nos vimos.
Fue un día mágico, el que hemos revivido por medio de fotos, videos y de nuestro álbum, para mí todo sigue siendo un sueño, un sueño del que existe la evidencia palpable que fue muy real.
Como dijo uno de nuestros invitados, fue un matri de muy bajo presupuesto, pero lo que abundó fue la calidez humana de todos los que nos acompañaron ese día.
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