El matrimonio de Carlos y Eugenia en Iquique, Iquique

La crónica de nuestro matrimonio

Ya han pasado unos días y la tranquilidad vuelve. Como les conté unos días antes de mi matrimonio nunca estuve nerviosa, si un poquitín ansiosa, pero creo que ver cada detalle con anticipación finalmente tuvieron su recompensa. El día viernes nos fuimos con mi novio a dormir a un hotel para descansar y alejarnos un poco del ajetreo de la visitas (se los recomiendo).

El gran día se inició con un desayuno familiar y posteriormente adornar mi vehículo porque el que estaba coordinado para hacerlo 2 días antes me avisó que no podía hacer el traslado. A las 15:00 partió la transformación maquillaje, peinado, traje y backstage con el fotógrafo, ahí comenzó mi cuenta regresiva y los nervios ricos de saber que el momento tan esperado por meses al final había llegado. Decidí no demorar en llegar a la iglesia, solo fueron 10 minutos más o menos de atraso, este tema me lo sugirió el sacerdote para hacer una ceremonia más tranquila y completa, fue lo mejor porque realmente fue bella.

Al llegar a la iglesia aparecieron los nervios, las palpitaciones y la emoción a flor de piel, entre del brazo de mi cuñado que reemplazó a mi padre ya fallecido, realmente parecía un cuento de hadas más al ver a mi príncipe esperando por mí en el altar, todos me miraban con una gran sonrisa, impacta ser el centro absoluto de atención, pero es maravilloso. La anécdota infaltable fue que mientras caminaba hacia el altar la liga que me puse en la pierna empezó a caer lentamente, pensé lo peor, pero al final quedó en el tobillo y ahí estuvo todo el rato.